Al llegar a la perrera, Rebecca fue trasladada a una sala de examen y no tenía ni idea de lo que le iban a decir. “Ellos lo trajeron y vi que no podía utilizar sus dos patas traseras”, comentó Rebecca.
“Él estaba usando sus patas delanteras para desplazarse. Necesitaba una silla especial o tendría que seguir arrastrando sus piernas”, comentó Rebecca.
A pesar de que el personal veterinario estaba perplejo, el espíritu de Wally nunca se fue abajo. Él todavía seguía siendo su pequeño y dulce ser. Rebecca se puso a trabajar para conseguir una movilidad temporal para el perro. Comenzó a buscar soluciones por internet.
“Vi a la gente en Youtube haciendo sillas con ruedas para perros. Pensé, que todavía tenía fuerzas. Sigue siendo feliz. Está comiendo, bebiendo. Apuesto a que podría hacer una silla de esas”, comentó.
Los empleados pasaron horas ayudando a construir una silla para Wally, posiblemente la mejor silla que podría tener.
Han pasado varias semanas y el perro está recuperándose muy bien con sus tratamientos y ajustes. Va lento pero seguro, Wally está recuperando la fuerza en sus patas traseras. Sin embargo, de momento, Wally tiene que seguir utilizando su nueva y brillante silla especial.
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